miércoles, 22 de octubre de 2014

TE ESPERARÉ


Paseo por la orilla y el agua calmada me acaricia los pies.
 
El viento que viene del horizonte me movía el pelo como una bandera haciendo que pareciera que volaba. La playa estaba desierta y sólo se oían las olas al romper. Una voz me llamó. Sabía perfectamente quien era. Esa voz que cada vez que la oía hacía que mi corazón se acelerase. Me giré y él me abrazo fuertemente sin que me lo esperara. Sentía mariposas en mi estómago y noté cómo mis mejillas se sonrojaban. Cerré los ojos y le devolví el abrazo.
-No quiero perderte...- me dijo con voz suave.
-Nunca me perderás...- le contesté y, aunque no lo vi, noté que había sonreído.
Se separó y me miró a los ojos, haciendo que sus ojos marrones parecieran que quisieran decirme algo.
-¿Quién te lo ha dicho?- le pregunté.
-Lo supuse cuando me dijiste que me extrañarías.
-Escucha...- me detuvo con un beso antes de que pudiera decir nada.
Me aferré a su pecho y lo atraje más a mí, sin separar mis labios de los suyos. Él me levantaba la cabeza con su dedo pulgar delante de mis orejas y el resto despeinándome y haciendo que me quedara de puntillas para llegar a él. El tiempo se detuvo y sólo deseaba quedarme así para siempre...
-No te vayas...- me dijo apoyando su frente contra la mía.
-Volveré, te lo prometo. Ahora prométeme tú que me esperaras...
-Toda mi vida si hace falta.- contestó con seguridad.
Volvió a besarme suavemente y me acurrucó en su pecho mientras observábamos el sol esconderse tras el horizonte. Nos quedamos allí solos y unidos en un abrazo eterno. No quería perder lo que más amaba en mi vida por culpa de la distancia. Ese era mi miedo, pero no se lo decía. Mencionar la palabra distancia sólo hacía que me estremeciera más y opté por pensar que él siempre me esperaría, ya hubiera cientos de kilómetros en nuestro camino o no; ya hubiera tormenta, lluvia o cualquier cosa que pudiera complicar que lo tuviera en mis brazos.

Nada me importaba más que él.
 
Sandra Pérez Navarro

1 comentario:

  1. ¡Otro texto impresionante, Sandra! Sigue así. Queremos más...

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