No hay situación más bella, que lanzar una mirada al cielo,
Y que Dios te tape los ojos con una lámina acuosa;
O ver los campos en aguas de las largas avenidas sevillanas,
Y cómo caen tímidamente las gotas formando maremotos en los minúsculos
Charcos creados por su ira.
Se ciernen presurosos en sus moradas, alzando el ojo a la mirilla, empapada
De lágrimas otoñales;
Y el frío comienza a arrasar blanqueciendo tiendas y bazares,
Y las flores de los árboles se precipitan en hojas afiladas, rodeando a los acelerados transeúntes con ramas secas, encantándolos con su dulce crujir.
Y es pasear por los pequeños jardines y largas avenidas de un parque de María Luisa, y escuchar el goteo en las acequias de porcelana mojada,
Se presenta en hojas secas, el final del verano, y el otoño en Sevilla.
Manuel Lamprea Ramírez