Ignoro por qué no respondo,
¿qué hacer ante mi duda?
Si volver a mirarte
o a escribirte con mi pluma.
¿Por qué, cuando lloro,
impone su ley tu torrente?
¿Quieres que tiemble ante el rostro
de este río de caudal tan imponente?
Ya no vuelvo a la “plazuela”,
rodeada de gorriones emplumados.
No volveré a la callejuela
a ver tus ojos enamorados.
Lecho del río que testifica mi muerte,
ayúdame a superar mi desdicha.
Junto a este dios por implorarte,
Junto a este dios por implorarte,
antes de besarte, joven chiquilla.
De la mente nace mi temor,
De la mente nace mi temor,
esperando al vierto que empujara
mi cuerpo inerte y sin amor.
Que mi alma y vida despejara.
Tengo fe en mis temores
y fe en mi pasión para quererte.
La bravura incansable de tus aguas
hace imposible escapar de mi muerte.
Manuel Lamprea Ramírez