Adiós. Te digo adiós.
En la ventana borrosa del coche volví a ver tu cara, por última vez.
Quise continuar la línea que dejó nuestras miradas flotando en el aire.
El sol cálido de verano se ocultaba tras mi espalda.
Amagabas con hacer lo mismo que yo, pero no pude ver tu cara porque tu pañuelo
me lo impedía.
¿Te volveré a ver?
Por favor, no te vayas, y prométeme que vas a volver, y seguirás siendo la misma.
El tubo de escape dejó una nube con sabor agrio y amargo, como el fin de nuestro amor.
Tus ojos enrojecidos me prometían que ibas a volver.
Yo estaré aquí, esperándote.
No quiero, pero… adiós, te digo adiós.
Manuel Lamprea Ramírez