domingo, 30 de diciembre de 2012

TÍPICO POR NAVIDAD

 
¡Ya huele a Navidad!
Ilusión tanto en niños pequeños,
como en adultos.
Son días de frío y de lluvia
en los que te unes a la familia.
Las cenas, en las que dos veces al año,
no estás discutiendo con tus primos,
en las que todos hablamos a la vez
y sólo se escuchan risas.
Son cenas
en las que siempre se acaba volcando
aquel vaso de coca-cola
que nadie sabe de quién es.
Son los momentos más agradables del año,
en las que, a cada momento,
se cuentan cosas del pasado
o de las que ocurrirán en el futuro;
en las que algunos
parecen máquinas de contar chistes...
y, lo mejor de todo:
la tecnología
que no para de sonar,
deseándote: 
¡FELIZ NAVIDAD!
 
Iris Ruiz Valero


jueves, 27 de diciembre de 2012

TE VI PORQUE LLOVÍA



Corrían descontroladas las gotas de lluvia por un paraguas, precipitándose sobre un mismo charco.
 
Esperé y las gotas incansables se burlaban de mí, pasando y cayendo sin ritmo… hasta que se detuvieron.
 
No dejó de llover. Simplemente llegaste, calmando de agua mi corazón empapado.
 
Y te acurrucaste junto a mí, para cobijarte en mi inocencia.
 
Y , a duras penas, conseguí mirarte. Tu mirada se perdía por fuertes corrientes de agua rápida, al igual que mis ojos al clavarse en ti.
 
Tras el delirio, conseguimos caminar sin rumbo alguno por descampados solitarios.
 
Jamás nos llegará la calma, porque estamos unidos, y esa tormenta jamás cesará, por envidia a nuestro acompasado e infinito caminar.
 
Manuel Lamprea Ramírez

domingo, 23 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD Y MEJOR 2013

 
El País de la Poesía quiere desear a su lectores y visitantes una Feliz Navidad y la esperanza de un 2013 lleno de cosas bonitas y bellas para compartirlas entre todos y disfrutarlas.
 
¡SED FELICES!

lunes, 17 de diciembre de 2012

FRAGMENTO DE MEMORIAS DE VERANO DE EMILY LYNN

(De una novela inédita)
 
La joven de rizos dorados sacudió el barro seco de su viejo chaleco y se dejó caer con un ahogado suspiro sobre el mullido césped del jardín trasero, asombrándose, por vigésima vez en el día, de las curiosas y extravagantes formas que las nubes tomaban con ayuda del viento. Y sí, había estado ocupada ayudando a la amiga de su prima con el huerto toda la mañana, pero, como era normal en ella, le era imposible no distraerse de vez en cuando, refrescar la mente, pensar a lo grande, imaginar, soñar. Todo muy común en ella.
 
-Sólo son... pequeños detalles que dan ese toque especial y único a una persona, te convierten en un ser único... Eres una magnífica persona Will, no lo olvides.
 
La chica rompió el silencio con pausadas pero firmes palabras, palabras repetidas a lo largo de muchos años.
 
-¿Sabías que es casi imposible olvidar algo que te recuerdan cada día?, Bueno, cada mes –rió- ¿Qué tal hoy?
 
Como movida por un resorte, Emma se incorporó rápidamente al escuchar la voz de William, y aún más al verlo caminar solo; pero sabía que él estaba acostumbrado a cruzar el jardín, como muchas otras tardes había hecho, así que se limitó a seguir cada uno de sus actos con la mirada y a agacharla una vez la pregunta fue formulada.
 
-La sobrina de Tiffany estuvo dándome la lata toda la mañana, ¿sabes? Debería haberme dejado caer en aquel barro mucho antes... –rió- No me dejaron entrar al porche a beber un zumo porque no quería que “manchara sus sofás de piel”, así que me mandaron derechita a casa. Y nada, aquí me oyes, agobiada y con pereza de entrar a cambiarme y a quitarme este barro del pelo.
 
El chico tomó la cámara que llevaba colgada al cuello, pasó sus dedos cuidadosamente por cada botón, la encendió e hizo una foto a Emma. A aquella chica que siempre estuvo ahí para él. A aquella que le describió durante largas tardes de verano cómo eran las nubes. A aquella que le respondió cada pregunta del Mundo. A esa chica que le enseñó a ver con los oídos, pero ,sobre todo, a aquella chica que le devolvió la ilusión por vivir.
 
-¿Qué haces?- preguntó divertida.
 
-Apuesto lo que sea a que sales preciosa.
 
-Qué dices...-se acercó a ver la foto-.
 
-Mi padre me regaló esta cámara ayer... Me dijo que, en pocos meses, conseguiríamos el dinero suficiente para el transplante de retina. Aún sigo sin creérmelo. Volver a ver... Y pensé lo que realmente me gustaría ver primero. A ti...–calló y unas lágrimas resbalaron por sus mejillas, se giró y continuó con sus palabras - Quiero hacer fotos a todo. Quiero una foto de las nubes, de un atardecer, de tu sonrisa, quiero fotos del Mundo..., ¡y hasta de un león! No pienso perderme ningún detalle, de ningún día a partir de ahora... pero me gustaría tener tu ayuda para ello.
 
Mari Carmen Armenteros García.

jueves, 13 de diciembre de 2012

DULCE ETERNIDAD


(De una novela inédita)

De una forma natural y elegante, Nathalie mecía su larga melena al compás de un repetido taconeo producido por unos negros tacones. Alargó la mano hasta la bandeja que un camarero llevaba en sus manos para coger un pequeño trozo de queso que mordió con cuidado de no dejar marcados sus labios en él... Sabía lo que hacía, pero los nervios comenzaban a devorarla por dentro. Terminó de bajar las escaleras del edificio y arrojó la máscara que llevaba en sus manos al césped para, en su lugar, tomar el cuchillo que llevaba en la parte trasera de su vestido; lo fue alzando lentamente a la vez que se acercaba a un chico de espaldas a ella, y, cuando estuvo lo suficientemente cerca, lo clavó entre sus costillas. Nathalie sonrió y paseó los dedos por los hombros del joven.

-Rondas el tercer siglo y sigues siendo tan inocente como el primero –agarró el mango del cuchillo para clavarlo aún más.
-¿Se... puede saber... qué quieres, de mi, Nathalie? –dijo el chico incorporándose y haciendo el amago de sacar aquel cuchillo.
-Tú lo sabes. Por cierto, duele, ¿verdad? –rió- Estás débil, Gabriel.
 -Serás...-le interrumpió.
 -¿Inteligente? Sí. Cosa que tú no. Vamos.
Nathalie agarró a Gabriel por la corbata y lo arrastró fuera de la fiesta; fuera del condado. Caminaron por la carretera en silencio hasta llegar al cementerio, donde Nathalie arrancó el candado rápidamente al ver que la cancela estaba cerrada, y siguió con su elegante paso hasta llegar a un foso a medio cavar, donde podían verse trozos de rocas y papeles entre la tierra. Gabriel se cruzó de brazos.
 -¿Por qué?
 - Digamos que... lo necesito. No soy feliz.
 -¿En serio? -dijo acercándose lentamente a la chica- Pues no pareces estarlo cuando quitas el alma a decenas de personas.
 -Un pasatiempo, -agarró la corbata del joven para acercarlo aún más a ella- sabes que te odio de igual forma que tú a mi, así que acabemos cuanto antes- susurró. 

Gabriel, de un empujón, alejó a la chica de él. Nathalie se tambaleó sin llegar a caer, cruzó los brazos y observó de arriba abajo al joven.

María del Carmen Armenteros García

lunes, 26 de noviembre de 2012

POEMA DEL ENAMORADO


Corazón, traidor de sensaciones,
de amoríos invisibles y poco densos.
Traidor de miradas, inacabadas y finitas,
a veces.

Un enamorado escribe sus poemas y versos
al ver unos ojos que despuntan en lo más oscuro.
 Al ver sonrisas que ni siquiera existen.

Pero, ¿cómo saber si tus ojos miran a mi corazón,
como los míos miran al tuyo?
El tenerte tan cerca y, a la vez, tan lejos…
 El poder escucharte tan cerca
y, cuando no estás, mejor te escucho…

Quisiera saberlo.
 ¿Por qué?
Porque estoy enamorado.
Porque te miro, y me miras.
Me faltan razones para preguntarte
si tus ojos ven de verdad.

Poema del enamorado.
Te lo digo a ti, a la que ve sin mirar.
A la que me hacen feliz sus sonrisas.
 Mi corazón, por ti se ha delatado.

Y, si valentía hiciera falta,
y el amor la compusiera,
sería fugaz mi corazón,
y a tu sombra siempre siguiera.

Manuel Lamprea Ramírez

domingo, 18 de noviembre de 2012

LO QUE YO SIENTO



                                            Esos momentos, en los que solo
                                            contigo puedo estar
                                            y nadie más:
                                            es un sueño
                                            hecho realidad.
 
                                            Me encantas…
                                            cuando sonríes,
                                            cuando te enfadas,
                                            cuando me abrazas,
                                            cuando me besas,
                                            cuando nos miramos
                                            el uno a otro...
                                            y pensar…
                                            eres el amor de mi vida.
 
                                            Diecisiete de septiembre,
                                            siempre será nuestro día.

Alberto García Vega

jueves, 8 de noviembre de 2012



Han pasado algunos meses
desde que te conocí,
La primera vez que te ví
sólo eras una más,
pero, con el tiempo, te empecé a amar.
 
Pasa el tiempo
y te sigo queriendo.
Te echo de menos:
cada segundo que pasa
es un infierno.
 
Todos los días,
a todas horas,
en cualquier lugar,
siempre pienso en ti.
Siempre existirás para mí.
 
La gente dice
que sólo te quiero por algunas cosas,
que no te quiero de verdad.
Pero la gente no sabe
lo que yo siento en realidad.
 
Cuando estamos juntos
se detiene el tiempo.
Rozas mis labios:
mi corazón está embrujado.
 
Pensaba que nunca encontraría
a esa chica ideal,
pero, al fin, te encontré
y nunca te voy a dejar.
 
Estoy contigo,
toco esos pelos rizados,
esa sonrisa brillante,
esa cara tan bonita,
esos ojos marrones...
 
Tú eres diferente.
Tú eres perfecta.

Alberto García Vega

lunes, 5 de noviembre de 2012

AFRONTA TUS PROBLEMAS




En la vida,
hay cosas fáciles y difíciles.
Esto es como un río
que tiene
muchos afluentes.
Unos son buenos
y otros son malos.
Pero, con los malos,
sé fuerte y afróntalos.
Porque puede
que, si los arreglas,
sean buenos afluentes.

También
es como un cuento
que sabes cómo empieza,
pero no cómo acaba.
Sabes lo que pasó
en el pasado
y lo que esta pasando,
pero no lo que pasará
en el futuro.

A veces,
cuando pasan cosas,
y das una respuesta equivocada,
te confundes y piensas
que te gustaría volver al pasado
para cambiar esa respuesta.
Pero, cuando te preguntan,
no reaccionas.
Dices lo primero
que se te pasa por la cabeza,
pero, luego,
cuando te paras a pensar,
lloras y te das cuenta
que has cometido un gran fallo.

Iris Ruiz Valero

sábado, 3 de noviembre de 2012

MÁS QUE PRIMOS



Son los mejores de todos,
son más que primos,
son más que amigos,
son los que presento
en estos versos:

ADELA
Graciosa y loca,
como su expresión:
“Está como un saco de gatos”.
Con más de cincuenta premios,
medallas y trofeos
en su hobby, el piragüísmo.
Es como mi baúl secreto
en el que intercambiamos
todos nuestros cuentos.
 
JAVIER
Hermano de Adela,
piragüísta y monitor.
También lo quiero un montón.
Callado o reservado,
pero con buen corazón.
 
DÉBORA
Abogada,
y ahora se prepara para jueza.
Es cariñosa
y muy graciosa.
A pesar de no ser de mi edad,
nos tratamos como igual.
 
JOAN
Hermano de Débora,
él es de mi edad.
Loco como él solo,
reírse hasta llorar.
También piragüísta
a rabiar.
 
Todos somos primos
según mis tíos.
No podemos negarlo,
Ya que, si nos reímos todos,
alguno habrá que se ría
sin motivo.
Si nos da un ataque de locura,
todos hacemos lo mismo:
irnos a aquel parque
o tirar los colchones al suelo
para dar volteretas.
Pero todos juntos
hasta el final,
Y a la hora de despedirnos,
siempre decimos esto:
“NO ES UN ADIÓS
ES UN HASTA LUEGO”.

Iris Ruiz Valero

jueves, 1 de noviembre de 2012

APARECISTE SIN QUERERLO


                              Apareciste en mí
                              como alondra cantarina,
                              feliz, risueña, ilusionada...
                              Pero volabas muy alto,
                              entre nubes blancas
                              de algodón fino y dulce,
                              inalcanzable a mis sueños,
                              a mi alma desolada.

                              Son tus miradas las más bellas
                              y tus verdes esmeraldas
                              brillantes al fulgor del sol.
                              Siento celos de tu sombra,
                              siempre a tu lado enamorada,
                              y te ve, afortunado reflejo de tu belleza.

                              Lejos, muy lejos a mi alcance,
                              el no poder acercarme
                              y decirte que te quiero,
                              que te sueño,
                              que mis lágrimas por ti lloran...

                              Apareciste sin quererlo
                              en una vida humilde,
                              la llenaste de alegría,
                              y de esperanza por momentos.

                              Quiero que aparezcas
                              mucho más cerca,
                              más cerca que nadie
                              y susurrarte, muy despacio,
                              que eres reina de la belleza.

Manuel Lamprea Ramírez

miércoles, 24 de octubre de 2012

A MI HERMANA



                                    Tengo una hermana pequeñita:
                                    es tan rubia como el sol,
                                    con ojos de color marrón…
                                    ¡yo la quiero un montón!
 
                                    Es tanto lo que la quiero
                                    que, cuando miro su carita,
                                    la baba se me cae
                                    de verla tan bonita.
 
                                    En su cunita de plata,
                                    los angelitos la mecen.
                                    Lo hacen con mucho cuidado
                                    para que no se despierte.
 
                                    Su carita de azucena,
                                    su boquita de clavel,
                                    sus ojitos dos luceros…
                                    ¡cuánto la llego a querer!
 
                                    La luna le canta una nana,
                                    el sol también la acompaña…
                                    y las estrellas se arriman
                                    para tocarle las palmas.

Andrés Ramírez Delgado

jueves, 18 de octubre de 2012

EL TIEMPO LO CAMBIA TODO



(De una novela inédita)

Aún recuerdo, en unas de las partes más escondidas de mi mente, el olor a pan recién hecho o de los dulces de mi madre. Cómo los colocaba cuidadosamente en esas bandejas con decoraciones que a mí me encantaban contemplar, esos días lluviosos en los que preparaba leche caliente con azúcar de caña y miel de amapola (teníamos un jardín completo de estas flores y, en un gran árbol, colgaba una colmena de la que mi madre obtenía esta miel). 

Mientras cocinaba tranquilamente, me preguntaba cómo me había ido el día o me contaba anécdotas de sus viajes por toda Asia.  Me encantaba todo de ella, su vida, su manera de cocinar: todo sobre ella me entusiasmaba. De eso han pasado sólo unos años y me he dado cuanta de cómo la vida puede girar completamente. Padre no ha vuelto a ser el mismo desde que madre no superó aquel invierno, y yo me paso los días sentada en la mesa de la cocina donde ella se pasaba horas y horas. Intento volver a verla imaginármela haciendo pasteles o su aroma a menta y jazmín. En realidad, en esta casa ha cambiado todo. Ella era la que le daba vida a todo esto, la que nos hacía reír. Padre no ha vuelto a reír desde entonces. Yo lo hago algunas veces, pero casi nunca. Me da pena recordar los últimos momentos que pasé con ella, pero intento quedarme con todos los buenos ratos.  Me gusta hablar de ella con padre para así no olvidarla, pero él me rehuye. Sé lo mal que se siente desde años, pero no podemos quedarnos en él: tenemos que seguir hacia adelante. Eso sería lo que ella hubiera querido.

Estoy intentando seguir sus pasos. Le he propuesto a padre hacer el viaje por Asia, alojarnos donde ella lo hizo… Me gustaría tanto poder hacerlo. Así sé que a los lugares donde vaya o en los que estaré, tendré en cuenta de que ella ha visto lo que yo. Y esa sensación quiero tenerla, quiero aferrarme a esa ilusió, que dentro de poco podré ver cumplida.

Gema Cantero Lerma.

miércoles, 17 de octubre de 2012

MIEDOS DESAPARECIDOS



El miedo asusta, pero no intimida.
Lo vemos como algo inalcanzable, 
algo que no podemos superar, 
que nos dice que no podemos controlarlo.
Pero llega un momento 
en el que tu alma se hace a él, 
se acostumbra, 
y lo ve. 

Lo ve, 
y siente ira y, a la vez, 
vergüenza. 
Vergüenza de ti mismo. 
De tus palpitantes latidos infantiles, 
de tu corazón desenfrenado y pensamientos inmaduros.
Pero lo asume, y lo enfrentas.

Y cómo algunos aliados, 
firmes, fuertes y sinceros, como la música, 
te hacen sentir libre de oscuridad.
Música para la esperanza 
y, a veces, 
el mismo miedo te supera.

Y el miedo no te puede parar, 
no te puede privar de algo que amas, 
de algo que te embelesa 
y algo que sientes, 
en lo más profundo de ti.

Tantas horas, 
minutos, 
segundos 
encerrados en mi memoria, 
presos del miedo, 
sin libertad… 
ahora son libres y ansiosos de venganza. 
Y se ríen, de su propio miedo.
Del que todo el mundo habla, 
pero del que no se atreven a desvelar. 

Manuel Lamprea Ramírez

lunes, 15 de octubre de 2012

MEDIANOCHE


(De una novela inédita) 

Llegó el momento. La luna ocultó su cara más tierna. Todo el bosque estaba hundido en una profunda sombra. Comencé a caminar silenciosamente, intentando no molestar a las criaturas nocturnas que residían allí.

Poco a poco me adentraba más en aquel denso bosque. Podía oír los aullidos de los lobos a lo lejos. Apresuré mi paso. Cada vez se oían más cerca. Comencé a correr sin pensarlo dos veces. Entre arbustos y ramas, conseguí llegar a un bello lago en el que se reflejaba la sangrienta luna de aquella noche. Los aullidos cesaron. 
 
Me arrodillé a la vera de la orilla, mojé mis manos y, seguidamente, me lavé la cara. Al abrir los ojos los vi. Vi aquellos dos lobos frente a mí, a pocos metros. Comencé a correr y me adentré en el bosque, aunque fue inútil. Me tropecé con una raíz de un árbol y caí sobre el húmedo suelo. Un lobo se colocó ante mí y el otro detrás, vigilándome sin parar. Un movimiento en falso y podía estar muerta. De repente, una persona apareció detrás nuestra. Una persona ocultada por una larga capa. Le miré fijamente.

-Apartaos de ella -dijo.

Los lobos le miraron y salieron corriendo. ¿Le tendrían miedo? ¿Quién era esa persona? Sólo sé que no recuerdo nada después de que esa persona me salvase. Sentí una fuerte golpe en la cabeza y me quedé inconsciente en el suelo.

Sara Figueras Peinado

viernes, 5 de octubre de 2012

SENTIMIENTOS EN UNA CARRERA



Estos sentimientos los he vivido gracias a mis primos,
porque una es campeona de España en piragüísmo
y el otro todavía no tiene récord, pero los conseguirá.
 
                                    Desde el punto de meta,
                                    nervios, calor e ilusión.
                                    Dorsales a montón.
                                    El sentimiento
                                    que te estalla el corazón.
                                    Tu preocupación:
                                    encontrar su piragua
                                    y color,
                                    y saber si está bien
                                    o le ha pasado algo
                                    cuando iba remando.
                                    Lo peor:
                                    cuando vuelca alguien a su lado...
                                    Por un momento
                                    parece que ha volcado
                                    y, cuando acaba la carrera,
                                    ilusión
                                    porque sabes que ha quedado
                                    en buena posición.
Iris Ruiz Valero

miércoles, 3 de octubre de 2012

PIRAGÜÍSTA



                                         Piragüísta,
                                         no remes,
                                         para ya,
                                         que te quiero
                                         abrazar.

                                         Piragüísta,
                                         no remes más,
                                         que ya terminaste
                                         de entrenar.

                                         Piragüísta
                                         una nana
                                         te voy a cantar
                                         para que me quieras
                                         como a uno más.

                                         Piragüísta
                                         deja tu piragua
                                         en alta mar
                                         que una nueva
                                         te voy a comprar.

                                         Piragüísta
                                         llora cuando tengas
                                         que llorar,
                                         porque de eso
                                         no te puedo privar.

                                         Piragüista
                                         quiéreme,
                                         porque yo a ti,
                                         más que te quiero,
                                         no puedo mas.

Iris Ruiz Valero

domingo, 30 de septiembre de 2012

SAREK Y LOS DRAGONES DE PIRLESTA

 
Cuando me cercioré de que ya no me seguían, trepé por la pared rocosa del río, alcé la mirada para divisar mi alrededor y subí. Nunca había visto algo tan bello: un gran prado amapolado se extendía bajo mis pies hasta el mar, en el que crecían algunos árboles frutales que en ese momento necesitaba.

Salí a correr y mis pies sintieron la armonía y frescura del césped natural. Me acerqué al primer árbol y oteé sus ramas. Eran bayas y dátiles. Salté y me aferré a una rama con una mano y con la otra moví fuertemente las rama. Varios frutos cayeron al césped.

Así que me solté de manos y caí con parsimonia en el suelo. Fue una pena que nadie me viera. Bueno sí, alguien me vio. Eran los tipos de las flechas.

Recogí unas cuantas de frutas y me las guardé en el zurrón y corrí cuesta abajo hacia el mar. Pero los tipos eran muy rápidos y tuve que acelerar la carrera.

Agradecí al cielo aquel momento. Un carromato tirado por dos mulas hizo distraer a mis perseguidores y me metí en él, sin permiso del conductor.

Cuando estuvimos lejos, le pregunté:

-Disculpe, ¿hacia dónde lleva este carromato?

Aquel hombre, menudo y barbudo, escupió y acto seguido dijo sin mirarme:

-A Bastor.
 
(De una novela inédita)
 
Manuel Lamprea Ramírez

lunes, 24 de septiembre de 2012

MEMORIAS DE VERANO

.
 
EL DÍA DE LA COSECHA, DE EMILY LYNN
 
Memorias de verano, de Emily Lynn
 
Querido diario:
 
Hoy, mi habitación seguía conservando el frío de la noche y el rocío comenzaba a parecer trocitos de diamantes con los primeros rayos de sol del día, cuando los ladridos de Peinosa consiguieron despertarme. Estaba casi segura de que nuestro vecino Bolton había estado echando agua en el jardín delantero sólo para que Peinosa comenzase a ladrar, nos despertase a todos, y hoy no tuviésemos buena cara ni humor a la hora de exponer nuestras cosechas al resto del pueblo. ¿Que por qué estaba tan segura? Pues porque lo había estado haciendo durante los últimos cinco años...
 
Bueno, más bien desde que tengo memoria. Pude oír los muelles de la cama de papá al levantarse, el chirriar de la vieja puerta de su cuarto abrirse, el crujir de la madera al correr por el pasillo y finalmente abrir la ventana que daba al jardín de los vecinos y gritar: “¡Eh! ¡Como no dejes de echar agua te juro que echaré ácido en tus frutas durante todo el año!”... típicas amenazas de mi padre que bien sabemos que no llegan ni al susto por parte del enemigo. Pero así era, y es...
 
(De una novela inédita)
 
María del Carmen Armenteros García.

viernes, 21 de septiembre de 2012

QUIERO


                                                 Quisiera una caricia tuya
                                                 para poder tocar la luna.

                                                 Quisiera un beso tuyo
                                                 para poder tocar el cielo.

                                                 Quisiera estar un día entero
                                                 junto a ti
                                                 para celebrar que te quiero.

Iris Ruiz Valero

miércoles, 19 de septiembre de 2012

TU ESTELA


 
                                      Corazón inexperto
                                      de un niño simple y agotado,
                                      que escribe sus líneas y su vida,
                                      su triste amor de enamorado.

                                      Volaba ya solo el niño,
                                      su corazón cierta vez se detuvo
                                      al pasar por su semblante,
                                      bello lince y astuto.

                                      Siguió su estela y la perdió
                                      por detenerse en aquel mirlo.
                                      Improvisado amor no digerido
                                      no llegar al corazón encogido.

                                      Incomodidad tranquila,
                                      mente y alma apasionadas.
                                      Aun siendo amor de mentira
                                      seguiré a mi humilde amada.

                                      Corazón estafador
                                      de sensaciones nuevas y gustosas.
                                      Mas no me llega tu calor,
                                      amarga voz y silenciosa.

                                      Líos de amor no corregidos,
                                      líos de un joven chiquillo.
                                      Mas, sin saber salir de ellos,
                                      mi amor está dolido.

                                      Lo que más quiero que sepas:
                                      que nunca se apagará mi vela.
                                      Sí, la que aguarda tras mi mesa,
                                      esperando, por siempre, tu estela.

Manuel Lamprea Ramírez