viernes, 24 de octubre de 2014

QUÉDATE CONMIGO



Sonaron las ocho de la mañana y las clases estaban a punto de comenzar. Era un día nublado, el cielo estaba gris y caían gotas de agua salteadas que iban dejando marcas en el asfalto. Mis pies corrían sobre los charcos de la tormenta de anoche y mis pantalones se mojaban cada vez más. La humedad despeinó mi pelo y me pasé las manos por encima, tratando de dejarlo como antes para no entrar a clase hecha un desperfecto.
Me senté en mi pupitre y cinco segundos después entró mi mejor amigo. Estaba serio. Sus ojos parecían rotos y, decepcionado, pasó por mi lado. Lo saludé con un buenos días, pero únicamente contestó con un hola y se sentó solo en un pupitre de detrás.
Me di la vuelta y lo miré a los ojos, que estaban rojos y llenos de ojeras por no haber dormido.
-Estuviste llorando...- le dije casi en un murmullo.
Me miró sin contestar a los ojos y con eso me hizo saber que estaba en lo cierto. Me volví hacia adelante y puse mi mano en mi frente, intentando recordar nuestra conversación de anoche.
A la salida se fue sin decir nada durante todo el día y me decidí por hablarle yo.
-Lo siento...- le dije.
-Da igual...- me contestó mientras negaba con la cabeza, agachándola.
-No, no da igual. No mereces el daño que te estoy haciendo.
 
Entre nosotros hubo un silencio y levantó la cabeza para mirarme.
-Ya lo has hecho. Ya no hay vuelta atrás.- dijo él, dándose la vuelta para irse.
-Lo siento... Yo no quería hacerte daño. Es lo primero que nunca se me pasaría por la cabeza...- le dije con la garganta cerrada, a punto de soltar un grito que mantuve y salió en forma de lágrima.
-No me creo lo que me dices, porque ya lo has hecho y es tarde para cambiarlo todo.
-Por favor...- dije entre sollozos y sin dejar de llorar.
-Me hiciste creer que me querías. Tú, que siempre fuiste mi mejor amiga y la única chica de la que he estado tan enamorado... Y me has mentido, esto es algo con lo que no se debe jugar.- dijo, dejando caer una lagrima también, pero con la cabeza siempre firme.
-Y yo te quiero...
-Mentira...- quiso mantener su orgullo.
-No te estoy mintiendo...- cerré los ojos e incliné la cabeza hacía atrás para poder coger aire.
-No podemos estar juntos... Te amo más que a mi propia vida, pero no puedo luchar contra el destino. Te estoy hablando muy en serio...
 
Miré sus puños, que se cerraron fuertemente y sus brazos se tensaron, como si quisiera desaparecer con la mente.
-Si me quisieras de verdad, todo lo demás te daría igual...- dijo agarrándose el puño de la camiseta y secándose las lágrimas.
-Te quiero, te quiero, te quiero de verdad, con todo mi corazón... Te quiero... ¿Necesitas que te lo demuestre?
 
Se quedó callado, sin saber que decir.
-Yo también te quiero,... Tanto que me duele...- dijo finalmente.
Lo abracé y apoyé mi frente contra la suya.
-Quédate conmigo, por favor...- me pidió en un susurro.
-Vale, me quedaré contigo. Te lo prometo.
 
Sonrió por primera vez en todo el día y yo sonreí al verlo feliz.

Sandra Pérez Navarro

1 comentario:

  1. Sigue escribiendo de este modo, Sandrita. Te auguro un futuro espectacular en esto de la escritura. No te canses nunca...

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