lunes, 27 de octubre de 2014

MI ÁNGEL LEJANO



Daba vueltas en mi cama sin parar. Si me ponía de lado, las lágrimas me mojaban la almohada y, si me ponía mirando al techo, mis ojos se inundarían en lágrimas. Opté por mojar la almohada y hundí mi cara en ella dejando soltar un alarido y haciendo que mis labios temblaran. ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? La vida me ha dado mi ángel, pero se confundió de lugar. Al final miro el techo y mis ojos brillantes piden a las estrellas que no sean injustas conmigo.
 
 
Si cerraba los ojos lo vería a él; si dormía soñaría con él, y si me quedaba despierta, no conseguiría dejar de pensar en él. Mi corazón es pequeño, pero es increíble cómo una persona que está tan lejos de mí, que nunca he sentido a mi lado, haya logrado hacer que no quepa en mi pecho. Lo amaba de verdad y estaba tan segura de que era el amor de mi vida y mi alma gemela como que la tierra era redonda.
 
Sentirlo una vez. Sólo necesitaba tocarlo y saber que era real, que no era un sueño que desaparecería en el mejor momento. Necesitaba enlazar mis dedos con los suyos. Oler su olor, sentir su respiración en mi garganta, sus manos en mi cuello, sus labios en los míos, mi pecho contra el suyo, sus brazos protectores rodeándome, sus ojos buscando los míos y su hilo de voz en mis oídos. Lo necesitaba más que el oxígeno en mi cuerpo.
 
Sus "te amo" me llenaban, pero no lo suficiente para el resto del el día. Sé que algún día estará conmigo, que despertaré con mi cabeza hundida en su pecho como ahora la hundía en la almohada. Pero sólo necesitaba que supiera esperarme...
Yo estaba dispuesta a esperarlo toda mi vida, pero... ¿me esperaría él toda la suya?
Sandra Pérez Navarro

1 comentario:

  1. ¡Precioso, Sandra! Sigue de este modo. Estamos disfrutando una barbaridad...

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