Cuando me cercioré de que ya no me
seguían, trepé por la pared rocosa del río, alcé la mirada para divisar mi
alrededor y subí. Nunca había visto algo tan bello: un gran prado amapolado se
extendía bajo mis pies hasta el mar, en el que crecían algunos árboles frutales
que en ese momento necesitaba.
Salí a correr y mis pies sintieron la armonía y frescura del césped natural. Me acerqué al primer árbol y oteé sus ramas. Eran bayas y dátiles. Salté y me aferré a una rama con una mano y con la otra moví fuertemente las rama. Varios frutos cayeron al césped.
Así que me solté de manos y caí con parsimonia en el suelo. Fue una pena que nadie me viera. Bueno sí, alguien me vio. Eran los tipos de las flechas.
Recogí unas cuantas de frutas y me las guardé en el zurrón y corrí cuesta abajo hacia el mar. Pero los tipos eran muy rápidos y tuve que acelerar la carrera.
Agradecí al cielo aquel momento. Un carromato tirado por dos mulas hizo distraer a mis perseguidores y me metí en él, sin permiso del conductor.
Cuando estuvimos lejos, le pregunté:
-Disculpe, ¿hacia dónde lleva este carromato?
Aquel hombre, menudo y barbudo, escupió y acto seguido dijo sin mirarme:
-A Bastor.
Salí a correr y mis pies sintieron la armonía y frescura del césped natural. Me acerqué al primer árbol y oteé sus ramas. Eran bayas y dátiles. Salté y me aferré a una rama con una mano y con la otra moví fuertemente las rama. Varios frutos cayeron al césped.
Así que me solté de manos y caí con parsimonia en el suelo. Fue una pena que nadie me viera. Bueno sí, alguien me vio. Eran los tipos de las flechas.
Recogí unas cuantas de frutas y me las guardé en el zurrón y corrí cuesta abajo hacia el mar. Pero los tipos eran muy rápidos y tuve que acelerar la carrera.
Agradecí al cielo aquel momento. Un carromato tirado por dos mulas hizo distraer a mis perseguidores y me metí en él, sin permiso del conductor.
Cuando estuvimos lejos, le pregunté:
-Disculpe, ¿hacia dónde lleva este carromato?
Aquel hombre, menudo y barbudo, escupió y acto seguido dijo sin mirarme:
-A Bastor.
(De una novela inédita)
Manuel Lamprea Ramírez
Genial, Manuel. Se ve que además de buenos poetas, también sois excelentes novelistas. A seguir... Un abrazo.
ResponderEliminarFantástico relato. Mucho ánimo y no dejéis de leer y escribir. Felicidades Manuel.
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