El otro día,
en clase de música,
te miraba e imaginaba que
eras mi príncipe azul
y yo era tu Cenicienta.
Estábamos bailando
al son de una canción.
El color brillante de mi traje
relucía por todo el salón
y el color marrón de tus ojos
me enamoraba lento, lento,...
y era como caramelo.
Cuando salimos de allí,
me condujiste al jardín.
Había una fuente
con varias estatuas en forma de sirena,
dos rosales y un hueco.
Era un banco de mármol.
Había colocado un marco
con un corazón.
Estaban grabados nuestros nombres
y la fecha de nacimiento.
Todo era precioso.
Me sentaste entre aquellos rosales,
me colocaste el traje
y me coronaste.
Me pusiste un anillo
en el que tu inicial aparecía
junto a la mía,
Me hiciste sentir una princesa,
pero estaba más feliz:
estaba junto a ti.
Era un mundo
del que no quería salir.
De repente, salió la luna
y me preguntaste:
-¿Preparada?
Yo conteste:
-¿Para qué?
Y me dijiste:
Cierra los ojos y déjate llevar por mí.
Así lo hice.
Me levantaste de aquel precioso banco
y me besaste.
Fue todo tan real
qme dejé llevar.
Cuando aquello terminó,
me preguntaste:
-¿Te ha gustado?
Yo respondí:
-Eso ni lo dudes.
Nos fuimos de aquel precioso jardín,
volvimos al salón
y me despediste.
Yo no sabía qué hacer.
Yo no quería volver,
pero volví
a este mundo inmenso,
En el que sólo hay miedos
y los sueños son fantasías,...
Pero yo tengo la corazonada
de que estas fantasías
se cumplen todavía.
Iris Ruiz Valero
Precioso sueño, precioso poema, Iris. Me alegra ver cómo continúas con esta locura de poesía. Besos.
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