Instrumento de cuerda,
querida amiga,
tú, mi vida...
Yo, guitarrista, y tú,
mi guitarra.
Guitarra vieja y descuidada,
¿qué haré yo sin ti,
cuando tus cuerdas no toquen,
cuando tu sonido
no resuene en mis oídos
y un soplo te dé la vida
en la mañana?
Paula Velázquez Silva
Querida Paula:
ResponderEliminarHe intentado casi siempre, no caer en la tentación de contar batallitas del Abuelo Cebolleta, pero en esta ocasión no he podido remediarlo y tengo que confesarte algo.
Con unos pocos, muy pocos años más que tú, mi padre me regaló una guitarra clásica española hecha a mano con la que me pasaba las horas y las horas como si fuésemos siameses. Al principio, me aferraba a ella como si no quisiera que escapara y al final conseguí que al recostarme sobre ella sintiera como si hubiera un fino hilo de aire circulando entre los dos.
Con el paso de los años, la dejé, formé una familia, trabajo, etc. y no la he vuelto tocar. Un día se la enseñé a mis hijos porque no creían que supiera arrancar ni la más mínima nota de ella. En un descuído, la guitarra se cayó y como si con un cuchillo la rasgaran, sufrió una grieta en el aro. No he vuelto a verla y la veo todos los días, porque la tengo en su funda en el vestidor de mi habitación.
Comprenderás cómo me he sentido al leer tu poesia. Me parece una poesía bellísima, tan bien escrita y tan mía, Paula, y eso es lo que tienen las poesías, que las hacemos nuestras.
Quizás, y con miedo, mañana vuelva a desempolvarla de su funda y si es así, mil gracias por ello Paula.
Genial el poema, Paula, y genial SEGUIDOR, que continúa también ahí al pie del cañón. Un fuerte abrazo para ambos.
ResponderEliminarMe encanto !! muy bien paula la música y la poesía son maravillosos talentos que algunos tienen el privilegio de poseerlo .
ResponderEliminarMuy buena poesía sigue así.
ResponderEliminarJuan Ortega