Dulce y bella tu
mirada,
que cobija mi inocente alma.
y viste mi
existencia de esperanza
y de amor, mi
alegre amada.
No tengo
orquídeas ni jazmines,
no tengo rosas
ni tulipanes,
pero quisiera
regalarte mi vida
para guardarla
en tus jardines.
Mi vida sólo
entiende de cariños
donados de una
madre a mi lado.
Quiero seguir
siendo un niño
y llorarte, sin
control, desmesurado.
Sea tu hijo
macareno,
seas tú de
Triana,
nuestro amor
será eterno
hasta que muera
la mañana.
Quiero que no crezcas,
que sigas siendo
mi madre,
la única y con coraje,
con todo lo que
merezcas.
Madre, mi puño
ya tiembla,
y mis lágrimas
vuelan en bonanza,
porque, madre,
como tú ninguna,
mi madre de la
esperanza.
Manuel Lamprea Ramírez
Precioso el poema, Manuel. Tu madre debe estar muy contenta de tener un hijo como tú, que la quiere tanto. Un fuerte abrazo y enhorabuena.
ResponderEliminarPRECIOSO !!! me conmueve como escribes y como nos podemos identificar en cada palabra que nos regalas .Felicitaciones !!
ResponderEliminarPoesía rebosante de toda la dulzura, ternura y sensibilidad que tú tienes, hijo . Quiérela mucho siempre, Manuel.
ResponderEliminarMaravilloso, y como ya te han dicho quierela siempre, disfruta de ella, confia siempre en ella, nadie te quiere ni te querrá nunca más ni mejor. Nunca dejes de escribir poeta.
ResponderEliminarPrecioso, me encanta
ResponderEliminarsigue asi crack
Patri ;D